IRON MAIDEN BIKE
By Javier Maltese
El significado de esta motocicleta va más allá de cualquier gusto o antojo terrenal, del querer tener lo mejor, lo más radical o lo más cool, es en esencia nuestra convivencia día a día con la muerte.
“Según la sabiduría de Buda, realmente podemos utilizar nuestra vida para
prepararnos para la muerte. No tenemos que esperar a que la dolorosa muerte
de un ser querido o la conmoción de una enfermedad terminal nos obliguen a
examinar nuestra vida. Tampoco estamos condenados, al morir, a ir con las
manos vacías al encuentro de lo desconocido. Podemos empezar aquí y ahora a
encontrarle un sentido a nuestra vida. Podemos hacer de cada instante una
oportunidad de cambiar y prepararnos, de todo corazón, con precisión y
serenidad, para la muerte y la eternidad.
Para empezar a privar a la muerte de su mayor ventaja sobre nosotros, la sorpresa,
adoptemos una actitud del todo opuesta a la común, privemos a la muerte de
su extrañeza, frecuentémosla, acostumbrémonos a ella; no tengamos nada más
presente en nuestros pensamientos que la muerte. No sabemos dónde nos
espera la muerte: así pues, esperémosla en todas partes”.
Tomado de: ¨Destellos de Sabiduría¨ Reflexiones sobre la vida y la Muerte.
Escrito por Sogyal Rimpoché. Autor del Libro Tibetano de la vida y de la muerte.
“Practicar la muerte es practicar la libertad. El hombre que ha aprendido a
morir ha desaprendido a ser esclavo”.
Montaigne.
Dicen que el ser motociclista se lleva en la sangre, yo creo que todos nacemos motociclistas, todos anhelamos el contacto directo con la naturaleza, la lluvia, el viento, el sentirnos completamente libres, uno en comunión con la máquina.
En mi caso a los 7 años mi papá me dejó debajo del arbolito de navidad mi primera mini moto marca Benelli, así comenzó mi larga relación con motos de todas las cilindradas y marcas, a los 12 tenía mi mini enduro Yamaha, y la envenené yo mismo para hacer moto cross en el patio de atrás de nuestra casa de vacaciones en La Guaira, hasta que unos 3 años después la desarmé de tal manera que más nunca se pudo armar.
A los 20 años estudiando en Miami y sin permiso de mis padres me compré una Yamaha Seca 750, son muchos los recuerdos de mis viajes por la Florida; al regresar a Venezuela a los 25 años me compré una Honda Gold Wing, a los 33 años fue una Honda Shadow 1100, y le gasté tanto dinero para que pareciera una Harley Davidson ( faros dobles, alforjas, taladré el tubo de escape, cromo, etc, etc, etc.) que al final a los 35 años decidí comprarme mi primera Harley, una Heritage Softail Nostalgia 90 aniversario año 1993 de las cuales solo se construyeron 2700 motos, cariñosamente llamada la vaca por su color blanco y negro y asientos de cuero de vaca Holstein.
Ahora sí, finalmente entré al exclusivo grupo de Harleystas que existían en Venezuela y que luego nos agrupamos en el Caribbean Eagle Moto Club de Venezuela y el HOG (Harley Owners Group), una verdadera hermandad de personas con diferentes personalidades y gustos, pero hermanos de sangre en una misma marca, Harley Davidson.
En Diciembre de 1998, muere nuestro único hijo de 5 años Javier Enrique al caer por la fosa de un ascensor, esto no sólo cambió mi vida sino las vidas de todos nuestros familiares y amigos.
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​Vamos a ser realistas, los niños no están supuestos a morir a temprana edad, eso va en contra de cualquier curso de eventos considerados naturales o normales. Todos mis sueños y esperanzas para el futuro estaban directamente relacionados a la vida de él, y su muerte también significó la muerte de esos sueños y esperanzas. Por eso cuando me dicen que Javier Enrique está feliz en una nube dibujando arco iris y lanzando estrellas fugaces, me da al principio un poco de paz pero cuando lo analizo me da rabia, porque nadie ha regresado de la muerte para contarnos como es.
Ese nefasto día marcó el punto de quiebre de mi vida, y el primer pensamiento que me pasó por la mente fue que quería acompañarlo en su viaje, claro, ya la muerte pasaba a ser parte de uno, pero todas las personas que estaban alrededor me hicieron entender que el pensar remotamente en el suicidio era un pecado y de esa manera no llegaría a compartir el cielo con mi amado hijo.
Pasó el tiempo lentamente y con mucho dolor, pero sin resignarme a abandonar la búsqueda de conocimientos sobre la muerte, la vida eterna, la re-encarnación, el amor de Cristo y el porqué las cosas malas le pasan a la gente buena, y mi conclusión es que Dios nos ama con todo su corazón pero que no es omnipotente para halarte de la muerte en el último momento, el no puede desafiar la gravedad.
De allí la mayor parte del tiempo la pasaba con mi familia y mis amigos del club, fue cuando Daniel Mancín me llevó al Hatillo en donde nuestra querida amiga Emilia tenía su taller de tatuajes, y en ese momento decidí marcar mi cuerpo y sentir dolor pues esta tragedia me marcaría de por vida.
En esos días la Harley Davidson de Venezuela trajo unas motos de las cuales me recomendaron la Softail Standard, pues estaba a buen precio y se podía customizar de pies a cabeza. Le dejé esa tarea a Luis Estrada y él le hizo los primeros grandes toques de transformación, le cambió el nuevo motor por uno SS 1600cc totalmente pulido con carburador SS, le cambió los rines, los calipers y discos Performance Machine, los cauchos Avon, el faro Arlen Ness, el volante Carlini, tubos de escape, los comandos, etc.
Al sacarla de la tienda me di cuenta de que tenía un monstruo bajo mis pies, un sonido y un torque increíble, pero lo que no sabía es que ahí solo empezaba la larga transformación de la moto.
Seguí tatuándome, seguí leyendo y buscando luces sobre la vida y la muerte y me dí cuenta que ya no le tenía miedo a la muerte, que era nuestra compañera natural y nos rondaba en todo momento, y fue cuando comencé a ponerle detalles de calaveras a la moto, hasta que fue una obsesión y absolutamente todo tenía que ver con calaveras. Fue cuando mi compadre Mario Villarroel me dijo que tenía un amigo bastante joven llamado Mario Gómez que era un artista y estaba dispuesto a pintar la moto con motivos de calaveras a pincel, y no fue hasta que el proyecto estuvo terminado que supe que las figuras eran los diferentes Eddies de Iron Maiden.
Simplemente eso era lo que quería, esa comunión entre la muerte, el caballo de acero y el rock, siempre teniendo en cuenta de que no quería una show queen, sino una moto para rodar y darme satisfacciones, como cuando participé en el encuentro motociclístico de alta cilindrada en San Cristóbal y la moto se ganó el primer premio en la categoría Harley Davidson customizada,
Sé que en donde esté Javier Enrique siempre estará rodando con su papá y que está muy feliz con la moto que hicimos en su honor.
Sólo el tiempo sana las heridas, y 8 años después soy más viejo y más Harleysta que nunca, en cuanto a la familia, Dios nos regaló tres bellos hijos, Antonella de 6, Anabella y Juan Andrés de 3 añitos, y en cuanto a la muerte aprendí a respetarla y a vivir bajo estos preceptos: Trabaja como si no necesitaras dinero, ama como si nunca te hubieran herido, baila como si nadie te estuviera viendo, vive una buena y honorable vida, entonces cuando seas viejo y recuerdes lo que has vivido, vas a poder disfrutarlo por segunda vez, y sobre todo sonríe, ilumina tu cara con una bella sonrisa !
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener buenos momentos, si no lo saben, de eso esta hecha la vida, sólo de momentos, no te pierdas el ahora disfrútalo intensamente.
Ahora tengo 3 Harleys, la vaca, la Iron Maiden y la Electra Glide Ultra Classic con la que he viajado por toda Venezuela, Brasil y próximamente Colombia.
Si la muerte de Javier Enrique tiene algún sentido, tal vez sea hacer que otros aprecien más la vida y que todos nos tomemos el tiempo de decir a los demás familiares y amigos cuánto los queremos. Es posible que no vuelvan a tener otra posibilidad. Háganlo hoy mismo!
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Articulo que escribí para la revista 1340 con motivo de que reseñaron mi moto Iron Maiden en sus paginas en el año 2006.
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Javier Maltese